Y llegó con la certeza de los que se saben bien recibidos. Extendió su húmedo aroma en las frescas madrugadas y embriagó con un ligero perfume las cada vez más largas tardes templadas.
Eran días de una luz especial que inundada las estancias en la mañana. Al pasar cerca de los hornos el olor a tortas dormidas despertaba los sentidos en aquellos pasos que se encaminaban aletargados hacia la escuela. Un poco más adelante en la panadería de la esquina se compraban los colines crujientes y las barras tiernas de bocadillo recién hechas, que combinadas con una onza de chocolate, en el recreo sabían a gloria.
Las margaritas se dejaban contemplar en las cunetas en dirección a las eras. Éstas eran todo un espectáculo de verdor y destellos en los días que el relente de la noche aún coqueteaba caprichoso con los primeros rayos de sol. Jugábamos a deshojar el destino con una flor entre las manos, ilusión efímera ante el último pétalo que marcaba nuestro designio... "me quiere mucho, remucho, poquito o nada". Los dientes de león, suaves pelusos de nuestra infancia, representaban el valor de los deseos que en un soplo al cielo volaban sutiles en el aire. Los zapatitos de la Virgen en ramilletes amarillos, daban notas de color dorado a los campos de la fantasía, junto con los moros erguidos al cielo despuntando morados y las aterciopeladas florecillas sangre de Cristo. Un poco más adelante surgirían las amapolas, elegantes con sus delicadas y suaves faldas rojas de bailarinas, que danzaban solas o acompañadas al compás de las espigas entre los mares de cebada y trigo.
El sol de primavera se deslizaba por los grandes ventanales, cuarteados en cristales con olor a pez. Las ramas empezaban a lucir sus primeras hojas verdes ante nuestra mirada soñadora que se entretenía con una mosca. A lo lejos en el horizonte el tren silbaba al paso por la estación de nuestras vidas. Los trinos de los pajarillos acompasaban las palabras parsimoniosas del dictado de la maestra. En los cuadritos de los cuadernos se reflejaban las sombras traviesas de las raídas cortinas, que a contraluz se empeñaban en entorpecer el resultado de una división o el desenredo de una raíz cuadrada.
En las tardes ya soñolientas de Mayo salíamos a la galería, de dos en dos. Formábamos una perfecta fila de niñas a lo largo de la pared donde daban las puertas de las clases. Dirigidas nuestras miradas hacia la puerta abierta del comedor una Purísima contemplaba la escena. La armonía y la perfección de repente se veía alterada por las risas y nerviosismo, cuando poco a poco el sonido discorde de fuertes pisadas de botas, patadas, zancadillas y empujones, anticipaban la llegada de los muchachos que desde los portales subían a trompicones por la amplia escalera hasta el piso superior. Se disponían al otro lado de la galería junto a los ventanales, también en una fila que los maestros se empeñaban en corregir una y otra vez para igualar a la de las chicas.
Así dispuestos comenzábamos primero con entusiasmo, después poco a poco con desidia, los distintos rezos del rosario y al unísono entre gallos y notas discordantes coreábamos "Con flores a María". Aún no habíamos entonado el canto cuando un leve mareillo teñía algunas caras de un pálido fantasmal, causa del calor sofocante que ya se dejaba notar.
Era entonces cuando los maestros abrían de par en par las ventanas que daban en dirección al pueblo y una dulce y suave mezcla de aromas se hacía notar en el ambiente. El olor a los paraísos, al pan de higo de los árboles del patio, a las lilas repartidas en arbustos por el jardín, a las rosas de Alejandría en torno al pilón, alegraba nuestros juveniles corazones. Perfumes que para siempre, sin saberlo, impregnarían nuestras vidas
Después con el paso del tiempo, cada vez que cualquiera de esas fragancias llegan a nuestros sentidos nos vuelven a evocar aquellas escenas de nuestra niñez, donde la imaginación juega con la memoria en una fantasía que alguna vez fue realidad.
Buena presencia de unos tiempos pasados que afloran en cuanto los perfumes despiertan nuestra imaginación.
ResponderEliminarBesos.
Cierto Alfred, los olores del pasado tienen la magia de reproducir los recuerdos 💚
Eliminar